La perfección es un estado inasequible, el cuál todo hombre, de cierta forma, anhela alcanzar. Algo perfecto no existe físicamente es en realidad un producto netamente abstracto, que no tiene ni siquiera la posibilidad de suceder. Es aquí dónde comienza la problemática: aquel objeto que está exento de cualidades negativas, único y loable, no es posible de manufacturar con las manos del hombre.
Este absurdo filosófico y hasta onírico ha motivado - y atormentado a la vez- a grandes pensadores a lo largo de nuestra historia. Se ha pensado - equivocadamente- que la perfección es un estado al cuál podemos llegar y aplicarlo a nuestro antojo, a todo aquello que creamos pertinente: belleza, arte, inteligencia, sociedad, etc.

El término
utopía surgió a partir de la obra máxima de
Tomás Moro, denominada de igual forma.
Utopía es un libro cuya premisa es simplemente el debate de las bases sólidas y anheladas que una democracia debe de tener
-teóricamente- Moro construye un espacio ficticio denominado Utopía el cuál era una isla con un perfecto estado socieconómico y político. La etimología de Utopía es algo confusa, y en el transcurso de la historia se le ha adjudicado el concepto de -
Sociedad perfecta- Aunque con el tiempo las interpretaciones de ésta obra se han polarizado
- por un lado los socialistas y por el otro los imperialistas- no debemos olvidar la relevancia de éste libro en los diversos constructos gubernamentales
- deficientes o no- que se desarrollarán posteriomente inspirados en el paradigma utópico.

El antagonismo de éste estado social ideal es la
distopía, un lugar dónde el bienestar no existe y el dolor es recrudecido por diversas fuerzas cuyo origen no es si no la tan anhelada perfección anteriormente mencionada, es decir, un intento fracasado para llegar a la utopía.
La literatura y el cine han creado muchísimas obras sumamente interesantes inspirándose en éste antagonismo: El hombre que se enfrenta a lo que el mismo ha creado para su bienestar duradero e inquebrantable - compartido o no-, de una u otra forma lo atormenta - ¿Qué salió mal? y ¿Cómo podemos solucionarlo?- son las cuestiones primordiales en estas obras, aunque no siempre son respondidas con claridad.

Hombres como
Ray Bradbury,
Isaac Asimov, George Orwell y
Philip K. Dick - menciono solo a los cuales he tenido un acercamiento más estrecho con sus obras , ustedes me podrán complementar- han enriquecido con sus loables imaginarios la confrontación del hombre con una sociedad que para nada se acerca a la perfección. Y es que es sin duda alguna, es más fácil imaginar la imperfección que la perfección, ya que vivimos constantemente en dicho estado.
Las principales características de las obras cinematográficas que juegan en éste género son las constantes estéticas urbanizadas, con atávicos y deslumbrantes elementos tecnológicos dominados por un estado despótico, autoritario y con políticas que pretenden homogenizar las mentes de sus pobladores, convergirlos como automátas a su antojo, siempre con un fin económico.

La eliminación de la independencia intelectual es primordial para llevar a cabo una perversa utopía-
distopía en pocas palabras- y es aquí dónde cabe mencionar a la magnífica novela de
Orwell, la aclamada
1984.
La única versión cinematográfica que he visto
- hay 3- es la que realizó
Michael Radford, estelarizada por John Hurt - juraría que es gemelo de Ian McKellen- Winston Smith es el protagonista de ésta trama, un hombre atormentado por la opresiva vida que el benevolente estado autoritario, comandado por el omnipresente
Gran Hermano, le ha otorgado de forma perpetua. La mentalidad de Winston es el producto que dicho sistema ha creado con su inflexible y hegemónica política.
La subversión se va apoderando de Smith cuando tiene oportunidad de acercarse a las mínimas libertades que el hombre en algún momento poseía: escribir en un diario su sentir, tener un espacio libre e íntimo, fornicar con una mujer y expresar sus puntos de vista sobre el repugnante gobierno que padece. 1984 es un premonición hacia los nuevos estados que hemos estado fraguando inconscientemente, sin duda alguna Orwell fue un visionario, un clarividente que no necesito trasladarse a épocas lejanas con parafernalias tecnológicas para narrarnos sobre una distopía. Radford tomó ésta novela y la pulió brillantemente en la pantalla, con un Hurt muy convincente
y si a esto le agregamos una escenografía decente y fiel a la descrita en la novela tenemos una adaptación sumamente acreditada.

Sin embargo dentro de éste riquísimo género cinematográfico existen también muchas clases de distopías
- sin dejar a un lado el arquetipo que inicialmente mencioné- dónde los recursos, la tecnología y el contexto puede diferir notoriamente.
THX-1138 es un filme que ejemplifica gráfica y explícitamente lo que he dicho anteriormente.
Nuestro estimado
George Lucas dió vida a una trama que nos narra una sociedad subterránea habitada por androides muy similares a la estética y cinética del humano, claramente un producto de una ingeneria genética sofisticada.
Robert Duvall interpreta a THX-1138 un Winston Smith un tanto más tecnológico, pero con el mismo temperamento indómito.
El dominio de estos seres se da por ellos mismos a través de un complejo sistema computarizado y guardias autómatas, en pocas palabras la sociedad es dependiente de sí misma, y es en esa autoregulación donde hallamos lo opresvio y angustiante.
Lucas sin duda alguna se inspiró tremendamente en 1984, un filme altamente recomendable, diferente al tono que maneja en la sobreestimada Star Wars.

No me tomen como un condescendiente de cuánto filme distópico se me topa, no todos me han agradado.
Mad Max es un ejemplo claro de ello, filme que en lo personal me disgustó cuando lo ví. No sé si fue la sobrevaloración que había leído con anterioridad en las críticas de
Filmaffinity y demás sitios, dónde se alababa a la cinta. Lejos de eso Mad Max es una muy mala película, y no por su trama, si no por las actuaciones tan pobres y edición tan descuidada.
La historia me parece interesante, no muy increíble, pero con un delicado tono de delicia asquerosa - algo que se puede tragar con un asco moderado- El trabajo que desarrolla Max Rockantansky - interpretado por el nostálgico Mel Gibson- es el duro y salvaje puesto de oficial carretero, ya que el caos se ha apoderado en éste mundo desértico y hostil, dónde las armas y el combustible son el nuevo oro.

Un Mel Gibson
- que de salvaje y rudo si tiene algo- que solo sirve como un rostro para la trama, una escenografía decente y creíble, pero con un cambio de escenas tan precoces y abruptas.. es así como se nos presentan ésta triología
- no les bastó con una..- del buen Max. Icónica sí, representativa sí, sobrevalorada sí, un fraude por supuesto que sí..

Terry Gilliam es un cineasta que ha llevado a su máximo esplendor a éste género
- en mi opinión humilde e ignorante- con las maravillosas cintas
12 monos y Brazil
La primera por la excelente y brillante razón del manejo de los tiempos, ese jugueteo tan responsable de la estructura temporal, y un escalofríante futuro dónde un virus ha aniquilado a la mayor parte de la humanidad, haciendo inhabitable el mundo externo, obligando a los supervivientes a vivir en las profundidades. Viajes en el tiempo, ataques bioterroristas y un Bruce Willis que desempeña un papel creíble e interesante, todo esto condimentado con el humorístico papel de Brad Pitt son las cualidades más fuertes de este recomendable filme.
En segundo, Brasil, la versión humorística de 1984, merece nuestra atención por la original forma de interpretar mediante una comedia - romántica en cierto punto- la cotidianidad de un burócrata en un contexto opresivo y desesperanzado, dónde la subversión es el crimen más atroz.

Distopías sofisticadas en cuánto a tecnología, por ejemplo
Blade Runner-inspirada del cuento ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick -
y 2001: una odisea en el espacio. Scott y Kubrick se mueven en un campo de una inverosimilitud tecnológica que incita al espectador a formar parte de la trama al imaginar ese mundo indeseable y oscuro. Ambas tienen denominadores comunes, en primera la maravillosa panorámica de sus escenografías, en segunda la cuestión de la creación de inteligencias artificiales
- que supera a la del creador- y en tercera la cruda realidad de un mundo regido por la insaciable necesidad de conocer e invadir todo lo que esté a su alcance.

Hay otras más violentas y populares, como
Escape from New York con el excelentísimo y sarcástico
Kurt Rusell,
Terminator o la contemporanea
Idiocracia - la más posible de las distopías a como estoy viendo la sociedad que habito-

Otra coetanea a
Idiocracia es la magnífica
Children of men de
Alfonso Cuarón, una hiperrealista distopía con problemáticas sociales que posiblemente sean las principales que combatirán los futuros gobiernos: infertilidad, agotamiento de los recursos y las constantes migraciones hacia los países de primer mundo que provocarán explosiones demográficas.
Éste post no estaría completo si no mencionará a los bebes distópicos que
Alan Moore procreó. Sí, me refiero a
Watchmen y
V for vendetta. He de admitir que no he visto una historia tan seria que trate de superheroes como la de Watchmen, ni mucho menos una película tan emocionante como la que
Zack Snyder realizó basándose en dicha novela gráfica. El principal acierto que tiene la historia de Moore es la ucronía de los hechos, imaginen, un Richard Nixon que ha sido reelegido para la presidencia de USA, la llegada de los rusos a la luna primero que los norteamericanos y una sociedad protegida
- ¿?- por superheroes. Una historia que se desarrolla en el ficticio 1985 con una amenazante guerra nuclear con la Unión Soviética y un grupo de superheroes sumamente peculiares nunca antes visto.
V for Vendetta tiene esbozada una humilde sonrisa sarcástica Orwelliana
- es inevitable remetirnos a ésta institución literaria- narrándonos la historia de un subversivo luchador social enmascarado con el rostro del histórico
Guy Fawkes, cuya finalidad es acabar con el hegemónico, manipulador y autodestructivo gobierno británico.

Podrá haber muchas formas de representar el desastre y la opresión qué se van dibujando con estos prolíficos sistemas neoliberales y globalizados. Empero, la verdad es que vivimos en un estado de incertidumbre, dónde el curso de nuestra existencia como raza está indefinida por nuestro acelerado avance tecnológico y económico, qué si bien ha permitido que sobrevivamos a las dificultades de la naturaleza, también ha producido actitudes indeseables en los habitantes de sociedades cada vez más individualistas y homogénicas.

Tal vez hoy, mientras nos divertimos con estas historias, realizamos nuestras tareas cotidianas, en algún rincón un Gran Hermano observa con ansías su futuro hogar, un HAL-9000 comienza a fabricarse, y por qué no... un
replicante se hospeda en las casas contiguas a las nuestras y un ingeniero en robótica ya tiene en sus manos la cornea de un THX-1138.
Solo el tiempo lo dirá, solo el tiempo.