El cine es un arte exquisito que debe analizarse de forma metódica e íntegra. Éste blog tiene como finalidad motivar la retroalimentación entre cinéfilos para un enriquecimiento grupal compartiendo nuestras experiencias en el séptimo arte.

viernes, 30 de diciembre de 2011

La triología Kafkiana de Darren Aronofsky

                                                                     




Hablar sobre el trabajo de Darren conlleva un viaje através una espiral de simbologías y delirios esquizofrénicos, egomaníacos y suicidas. La presencia de Kafka se percibe en cada desliz de un diálogo o en el giro más inesperado de la trama. Es irremediable que no surja la silueta literaria de Kafka en mi mente  cada vez qué pienso en ésta triología, en especial el relato de Un artista del ayuno. 

Para Kafka - y esto no es para nada un secreto- el trabajo no solo significaba un requisito más que debe  llenar una persona para poder pertenecer a una sociedad y subsistir en ella.  Es más bien una figura que nos remite a nuestro yo  y al lugar que ocupamos en la realidad que conocemos.  El sentido de identificación es otorgado por la labor que desempeñamos, es decir, somos lo que hacemos, trabajamos para aferrarnos a una razón de funcionalidad y vitalidad que nos permite sentirnos útiles y sobrevivir en un medio capitalista y frívolo. En cierto modo hace que nos percibamos especiales en medio de un universo que ni siquiera nosotros entendemos en su totalidad. 

El artista que ayuna, aquel que se autodestruye lentamente en un cúmulo de sensaciones dolorosas y delirios raquíticos se alimenta únicamente de la admiración de su público. Es pues la interpretración de un individuo que ama lo qué hace puesto qué sin ello no tendría más razón para seguir viviendo. 


Darren nos habla mucho de ello con una prosa inquietante y polivalente en una trilogía qué en verdad no pretende serlo y sin embargo lo pretende por la imposiblidad de separarlas como filmes individualistas. 


¿Qué tienen en común un genio matemático taciturno e incomprendido, un ex-luchador profesional con sed de fama y una bailarina con un complejo de obsesivo de perfeccionamiento? La respuesta no puede ser respondida si se le ve de forma aislada ¿ Ven a lo que me refiero?  Si queremos responder de forma correcta a ellos es necesario revisar cada uno de estos filmes de forma continua y analítica. La homogeneidad no sobresale a primera instancia, un vistazo superficial no es suficiente para entender íntegramente la filmografía de Darren. 
Los eufemismos parecen ser necesarios en cada uno de sus filmes para poder aterrizar suave en un terreno escabroso  e infranqueable  que se nos presentan cada uno de los finales  cuasitrágicos y polivalentes de ésta triología. 
Tenemos al matemático obsesionado en descifrar todas las incógnitas del universo con un teorema de suma complejidad, casi de naturaleza divina e inasaquible por la mente humana - Pi: Faith in the chaos-,   al ex-luchador anciano que  aún lastimado por una vida dedicada al sufrimiento, la violencia y a los excesos que la fama conlleva la añora con todo su ser y haría todo lo posible por ser ovacionado en un ring por un público deseoso de sangre y peleas fingidas- The wrestler -, a la bailarina cuya prioridad es la perfección absoluta de su arte y que a su vez se atormenta por una metamorfosis onírica pero de una realidad inquietante qué le ha otorgado esa entrega vehemente a su obra. 

Mentes distintas, profesiones distintas, escenarios distintos, colores distintos y sentimientos distintos; pareciera ser que no hay nada en común en los protagonistas, empero si inspeccionamos a fondo encontramos qué cohabitan en cada esencia de los personajes un vacío existencial que trata de llenarse con lo que mejor saben hacer como individuos. 

Tres filmes infravalorados y visualmente muy diferentes entre sí que no tienen cabida en un espacio comercial y falto de sustancia gris. Recomendados para los amantes de Sartre, Kafka y toda la verborragia existencial que puedan mencionar.







No hay comentarios:

Publicar un comentario